La red eléctrica de cualquier país es un sistema altamente complejo y dinámico que debe mantener un delicado equilibrio entre la generación y el consumo de electricidad en tiempo real. La estabilidad de esta red es fundamental para garantizar el suministro continuo y seguro de energía a hogares, industrias y servicios esenciales.
En este contexto, los mecanismos que aseguran la estabilidad de la tensión y la frecuencia juegan un papel crítico.
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- ¿Por qué es tan importante mantener estables la frecuencia y la tensión?
Los sistemas eléctricos están diseñados para operar dentro de rangos muy específicos de frecuencia y tensión. Cuando estos valores se desvían más allá de los márgenes de seguridad, se pueden producir consecuencias graves:
- Daños en los equipos eléctricos: Tanto en la industria como en los hogares, muchos dispositivos están calibrados para funcionar a 50 Hz y a una tensión determinada. Variaciones significativas pueden acortar su vida útil o dañarlos de forma irreversible.
- Inestabilidad del sistema eléctrico: Las desviaciones de frecuencia afectan la sincronización entre generadores. Si varios pierden el sincronismo, pueden desconectarse automáticamente para protegerse, provocando apagones en cascada.
- Impacto en la seguridad de la red: En situaciones críticas, una frecuencia demasiado baja o una tensión muy elevada puede obligar al operador del sistema a aplicar desconexiones controladas (load shedding) para evitar el colapso total del sistema.
- Incompatibilidad internacional: España forma parte del sistema interconectado europeo. Las desviaciones locales pueden afectar a los países vecinos. Por tanto, mantener la frecuencia y la tensión en los márgenes establecidos es también un compromiso europeo.
En resumen, mantener la frecuencia y la tensión estables no solo permite que la electricidad fluya sin interrupciones, sino que protege los equipos, garantiza la calidad del servicio y evita fallos masivos.
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- Estabilidad de frecuencia: un equilibrio en tiempo real
La frecuencia eléctrica es un indicador directo del equilibrio entre generación y consumo. En Europa, el sistema interconectado funciona a una frecuencia nominal de 50 Hz. Cuando la generación supera la demanda, la frecuencia tiende a subir; cuando ocurre lo contrario, baja. Variaciones significativas pueden causar daños en equipos industriales, desconexión de plantas o incluso colapsos del sistema.
Para evitarlo, REE implementa diferentes mecanismos de regulación de frecuencia:
- Regulación primaria: los generadores responden automáticamente a desviaciones de frecuencia, inyectando más o menos potencia según la necesidad. Esta respuesta ocurre en segundos debido al sincronismo de la generación tradicional, regido por:
Figura 1. Funcionamiento del regulador centrífugo. Fuente: Control de Potencia activa y Frecuencia. Fermín Barrero.
- Regulación secundaria: ajusta el equilibrio entre zonas del sistema. Se activa desde los centros de control y corrige las desviaciones persistentes en un plazo de minutos.
- Regulación terciaria y reserva de reemplazo: se utilizan para reponer las reservas utilizadas en las etapas anteriores o para afrontar desequilibrios prolongados. También permiten reconfigurar el despacho de generación a medio plazo.
España forma parte del sistema eléctrico interconectado europeo (ENTSO-E), lo que añade una capa de complejidad. Gracias a esta interconexión, es posible recibir o exportar energía según convenga para estabilizar la frecuencia global del sistema.
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- Estabilidad de tensión: control local y regional
La tensión eléctrica depende de la cantidad de potencia reactiva disponible en una zona determinada, regida por la siguiente expresión.
A diferencia de la frecuencia, que es un parámetro común para todo el sistema interconectado, la tensión varía localmente y su control es más descentralizado.
Este control requiere el uso de compensadores de reactiva, bobinas y transformadores con regulación en carga. También se recurre a generadores que pueden aportar o absorber potencia reactiva según las necesidades de la red.
Su importancia radica en que, si ocurre un exceso o déficit de potencia reactiva en una zona, pueden generarse sobretensiones o caídas que afectan la calidad del suministro e incluso provocan daños en la infraestructura.
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- Nuevos retos: transición energética y digitalización
La transición energética en España, que busca descarbonizar el sistema eléctrico, plantea importantes desafíos y, ante esto, REE y los actores del sector están incorporando nuevas herramientas:
- Sistemas de almacenamiento como las baterías, que pueden inyectar o absorber energía de manera rápida para estabilizar la red.
- Generación síncrona virtual (Grid Forming), una tecnología que simula el comportamiento de las grandes máquinas rotativas convencionales y proporciona inercia al sistema.
- Redes inteligentes (smart grids o Virtual Power Plant) que permiten una gestión más precisa y flexible del consumo y la generación distribuida.
- Conclusión
La estabilidad de la red eléctrica española es el resultado de una planificación meticulosa, una operación en tiempo real altamente coordinada y una evolución tecnológica constante. Los mecanismos de control de tensión y frecuencia son esenciales para asegurar la calidad y estabilidad del sistema.
En este escenario, un gran aliado serán las futuras plantas de almacenamiento de energía que se encuentran en desarrollo hoy en día. Estos sistemas, con el adecuado control de los convertidores de potencia, puede tener un funcionamiento similar al obtenido con un grupo turbina-generador convencional, lo que hace posible que puedan proporcionar servicios complementarios de regulación. Además, el almacenamiento de energía permite participar en el desplazamiento de los picos de carga, absorbiendo energía de la red en las horas de baja demanda y generando en las horas de alta demanda, permitiendo la producción de energía constante durante cada período horario.
En otras palabras, permite hacer gestionables la generación renovable.